La implementación de la telefarmacia es cada vez más evidente. El marco legal que nos acompaña actualmente facilita que una gran parte de la población pueda beneficiarse de ella, pero, de todos modos, no siempre es necesario -o incluso beneficioso que según qué pacientes opten por este tipo de atención farmacológica. También, y a pesar de que se han destinado muchos esfuerzos, los recursos con los que contamos (tanto económicos como humanos) son todavía limitados, por lo que el descarte es muchas veces necesario. Por este motivo, se establecen una serie de criterios para priorizar, por un lado, y discriminar, por el otro, qué pacientes pueden beneficiarse de la telefarmacia.